Sobre un carrerito, ruda y algo más
Eduardo Minesas
Con este trabajo intentamos mostrar un modo posible de poner a dialogar el discurso analítico con otros discursos que circulan en la sociedad. En este caso, el discurso literario, poético. Encontramos así en un poema contenidos que podemos considerar a la luz de conceptos que utilizamos en nuestras reflexiones teóricas. En esta letra encontramos:
-dos iniciales pintadas a mano
-reluciendo la estrella de bronce, claveteada en la suela de cuero
-esta noche me esperan sus ojos
-el orgullo de ser bien querido se adivina en tu estrella de bronce
-"bueno, bueno, ya salimos"
O sea, inscripción de un nombre, inscripción que reluce, unos ojos que esperan y el orgullo que esos ojos que esperan ocasiona y que se manifiesta en la estrella de bronce -también inscripta- que reluce y el deseo que circula ("ya salimos"), movido por esos dos potros magníficos, Manoblanca y Porteñito.
¿Qué otra cosa es todo esto sino un objeto causa de deseo (esos ojos), una inscripción que indica quién es el sujeto de ese deseo y el efecto del amor, ese brillo maravilloso del bronce, sostenidos por la fuerza de la pulsión que encarnan Porteñito y Manoblanca?
A partir de allí podemos seguir hablando de inscripción y deseo, de objeto a, de pulsión y de todas esas cosas que encontraron ya hace tiempo su expresión en la poesía. Podemos pensar también que la superstición, el gajo de ruda detrás de la oreja, representa la creencia en el inconsciente de la que habla Lacan en el Seminario Los no incautos yerran: "Es preciso creer en el inconsciente". Una conclusión posible: el inconsciente se encuentra y actúa en todas
partes, no sólo en la transferencia con el analista, sino en toda transferencia que efectuamos en nuestra vida. Es esta una pequeña muestra de un modo posible de tratamiento de cuestiones de cultura y sociedad que nos interesan.
Manoblanca
Letra: Homero Manzi
Música: Antonio de Bassi
Dónde vas carrerito del este
castigando tu yunta de ruanos,
y mostrando en la chata celeste
las dos iniciales pintadas a mano.
Reluciendo la estrella de bronce
claveteada en la suela de cuero,
dónde vas carrerito del Once,
cruzando ligero las calles del Sur.
¡Porteñito!… ¡Manoblanca!…
Vamos ¡fuerza, que viene barranca!
¡Manoblanca!… ¡Porteñito!
¡Fuerza! ¡vamos, que falta un poquito!
¡Bueno! ¡bueno!… ¡Ya salimos!…
Ahora sigan parejo otra vez,
que esta noche me esperan sus ojos
en la Avenida Centenera y Tabaré.
Dónde vas carrerito porteño
con tu chata flamante y coqueta,
con los ojos cerrados de sueño
y un gajo de ruda detrás de la oreja.
El orgullo de ser bien querido
se adivina en tu estrella de bronce,
carrerito del barrio del Once
que vuelves trotando para el corralón.
¡Bueno! ¡bueno!… ¡Ya salimos!…
Ahora sigan parejo otra vez
mientras sueño en los ojos aquellos
de la Avenida Centenera y Tabaré.
Es posible escuchar una excelente versión de este tango en la dirección Internet:
https://www.youtube.com/watch?v=fwFe4K5l6UY